La nueva era de los bancos centrales: ¿han perdido el control sobre la inflación?

La nueva era de los bancos centrales: ¿han perdido el control sobre la inflación?

Durante gran parte de las últimas décadas, los bancos centrales han desempeñado un papel fundamental en la estabilidad de precios. Su labor principal ha sido mantener la inflación dentro de niveles controlados, principalmente mediante el ajuste de las tasas de interés y la regulación de la oferta monetaria. En momentos de crisis, también han recurrido a instrumentos no convencionales para sostener la actividad económica y el funcionamiento de los mercados financieros.

No obstante, los acontecimientos recientes han configurado un entorno más complejo para la política monetaria. En este contexto surgen nuevas preguntas sobre su alcance y efectividad: ¿siguen los bancos centrales teniendo la misma capacidad para controlar la inflación que en el pasado?

Este artículo analiza la actuación de algunos bancos centrales relevantes, como la Reserva Federal de Estados Unidos, el Banco Central Europeo y el Banco de México. Además, revisa los efectos de sus políticas en los mercados y en el crédito, y presenta posibles escenarios para los próximos meses, con base en datos y estudios recientes.

El papel de las tasas de interés: ¿un mecanismo aún eficaz?

Funcionamiento tradicional

El principio clásico de la política monetaria sostiene que, cuando la inflación aumenta, el banco central eleva su tasa de referencia. Esto encarece el crédito para empresas y hogares, reduce el consumo y la inversión, y modera la demanda agregada. En teoría, este proceso contribuye a disminuir la presión sobre los precios.

Sin embargo, en la práctica el efecto de las tasas no siempre es inmediato ni uniforme. Existen varios factores que pueden reducir su efectividad:

  • Retrasos en la transmisión: los cambios en las tasas de interés tardan en reflejarse en las decisiones de inversión, empleo y precios.
  • Impacto desigual: distintos sectores de la economía responden de forma diferente; los más dependientes del crédito suelen verse más afectados.
  • Expectativas de inflación: si las empresas y consumidores creen que los precios seguirán subiendo, pueden ajustar salarios y precios de manera preventiva, limitando el impacto del aumento de tasas.

Entornos con deuda a tasa variable

Diversos estudios, entre ellos los del Centre for Economic Policy Research (CEPR), indican que en economías donde gran parte de la deuda empresarial está contratada a tasa variable, los incrementos de la tasa de referencia tienen un efecto más limitado. En promedio, el impacto desinflacionario puede ser hasta un 50 % menor en comparación con economías con mayor proporción de deuda a tasa fija.

Esto se debe a que las empresas con deuda variable ya enfrentan pagos más altos desde los primeros ajustes, por lo que aumentos adicionales en la tasa de referencia no modifican significativamente su costo de financiamiento. En cambio, las empresas con deuda fija perciben con mayor intensidad el efecto de un ciclo de tasas al alza.

Repercusiones en los mercados financieros

El aumento de tasas también tiene efectos secundarios en los mercados. Un entorno con tasas elevadas tiende a encarecer el financiamiento, reducir los márgenes empresariales y aumentar los costos de la deuda pública y privada. Además, puede provocar una revaluación de activos financieros, afectando acciones, bonos y otros instrumentos de inversión.

En el caso de Europa, diversos análisis señalan que los países con mayor peso industrial han registrado una desaceleración más pronunciada después de los incrementos de tasas aplicados por el Banco Central Europeo (BCE). Actualmente, el BCE mantiene sus tasas clave en 2,00 % (depósito), 2,15 % (refinanciación) y 2,40 % (marginal), niveles que reflejan una fase de estabilidad tras un ciclo de aumentos intensos (European Central Bank, 2025).

En conjunto, la evidencia sugiere que, aunque las tasas de interés siguen siendo la herramienta central de la política monetaria, su eficacia parece haberse reducido en ciertos entornos estructurales, lo que plantea nuevos retos para la gestión de la inflación.

Por qué los modelos monetarios tradicionales están bajo presión

Durante mucho tiempo, la teoría monetaria se basó en una relación relativamente predecible entre el dinero en circulación, la producción y los precios. No obstante, la dinámica económica actual ha puesto en duda algunos de esos supuestos. Los factores que impulsan la inflación hoy son más diversos y, en muchos casos, escapan al control directo de los bancos centrales.

1. Choques de oferta y disrupciones globales

La pandemia de COVID-19 y la guerra en Ucrania provocaron alteraciones importantes en las cadenas de suministro, escasez de insumos y un aumento significativo en los precios de la energía y las materias primas. Estos fenómenos, conocidos como choques de oferta, generan presiones inflacionarias difíciles de manejar mediante la política monetaria.

Cuando los precios aumentan por restricciones de oferta, y no por un exceso de demanda, subir las tasas de interés tiene un efecto limitado. En este tipo de escenarios, el margen de acción de los bancos centrales se reduce. Algunos análisis del centro de investigación Bruegel señalan que el Banco Central Europeo (BCE) debe adaptarse a un entorno donde los choques de oferta y la volatilidad inflacionaria sean más frecuentes.

2. Fragmentación y diferencias regionales

En áreas monetarias amplias, como la zona del euro, la política monetaria enfrenta un reto adicional: la fragmentación financiera. Esto ocurre cuando los cambios en las tasas no se transmiten de manera uniforme entre los países miembros. Mientras en algunos las condiciones crediticias se ajustan rápidamente, en otros los efectos son más lentos o incluso opuestos.

Además, las decisiones de política monetaria en economías grandes pueden generar efectos indirectos en otras regiones a través de los flujos de capital y las expectativas de los mercados. Estudios del Banco de Francia (Banque de France) muestran que las variaciones en las tasas de la Reserva Federal pueden influir en las condiciones financieras de Europa, limitando la independencia operativa del BCE en determinados periodos.

3. Mandatos múltiples y credibilidad institucional

En las últimas décadas, muchos bancos centrales han ampliado sus objetivos más allá del control de la inflación. Algunos incorporan metas relacionadas con el crecimiento económico, el empleo o la estabilidad financiera. Esta diversidad de mandatos puede generar dilemas al momento de tomar decisiones: por ejemplo, un incremento de tasas que ayude a moderar la inflación podría, al mismo tiempo, frenar la actividad económica o afectar la estabilidad del sistema financiero.

En este contexto, la credibilidad institucional se vuelve un elemento crucial. Si los agentes económicos perciben que el banco central podría modificar su postura de forma abrupta o contradictoria, las expectativas de inflación pueden volverse menos estables, reduciendo la efectividad de las medidas adoptadas.

4. Costos crecientes y rendimientos decrecientes

La política monetaria también enfrenta el desafío de los rendimientos decrecientes. A medida que las tasas alcanzan niveles altos, el impacto adicional de nuevos aumentos tiende a disminuir, mientras que los costos económicos se amplifican.

Un análisis reciente del Centre for Economic Policy Research (CEPR) sugiere que, en el caso del BCE, los beneficios en términos de reducción de la inflación durante 2022–2024 pudieron haber sido menores que los costos asociados, como el incremento en los pagos de intereses y la desaceleración económica.

En conjunto, estos factores muestran que los modelos monetarios tradicionales están bajo presión. El entorno actual exige una lectura más amplia de la inflación, que incorpore no solo la dinámica del crédito y la demanda, sino también los efectos de la oferta, los precios internacionales y la interacción entre las distintas economías.

Qué han hecho los bancos centrales clave en la era postpandemia

Tras la pandemia, los principales bancos centrales del mundo han debido ajustar su política monetaria de forma rápida y, en algunos casos, sin precedentes. Aunque el objetivo general sea controlar la inflación y preservar la estabilidad financiera.

Reserva Federal de Estados Unidos (Fed)

La Reserva Federal (Fed) respondió al aumento inflacionario posterior a la pandemia con una de las secuencias de incrementos de tasas más pronunciadas en décadas. Su tasa de fondos federales alcanzó niveles comparables a los de periodos previos a grandes crisis financieras.

En 2025, la Fed comenzó a moderar su postura, aplicando recortes graduales ante señales de desaceleración económica. De acuerdo con informes del Financial Times (2025), algunos miembros del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) expresaron cautela, advirtiendo que una relajación prematura podría reavivar las presiones inflacionarias.

Actualmente, la institución mantiene su atención en los indicadores de inflación subyacente, empleo y participación laboral, buscando equilibrar su mandato dual: estabilidad de precios y pleno empleo. Este enfoque gradualista refleja un intento por ajustar las condiciones monetarias sin provocar desequilibrios en el mercado laboral ni en los activos financieros.

Banco Central Europeo (BCE)

El Banco Central Europeo (BCE) ha seguido un camino similar, aunque condicionado por las particularidades de la zona euro. Tras un ciclo de subidas intensas, el BCE optó por mantener estables sus tasas clave: 2,00 % para la facilidad de depósito, 2,15 % para la refinanciación principal y 2,40 % para la facilidad marginal de crédito (European Central Bank, 2025).

Durante 2025, la institución aplicó dos reducciones de 25 puntos básicos (en abril y junio), luego de observar una desaceleración en la inflación general y una moderación en las expectativas de precios. Asimismo, ha reducido gradualmente sus programas de compra de activos (APP y PEPP), con el propósito de normalizar su balance sin alterar el orden de los mercados financieros.

En su estrategia actualizada, el BCE ha reiterado que su objetivo principal sigue siendo la estabilidad de precios, definida como una inflación del 2 % a mediano plazo, manteniendo una postura flexible ante posibles variaciones en el entorno económico.

Banco de México y otros bancos en economías emergentes

En el caso de las economías emergentes, la política monetaria enfrenta desafíos adicionales. El Banco de México, por ejemplo, ha tenido que equilibrar el control de la inflación con la estabilidad del tipo de cambio y la entrada de capitales.

Desde el repunte inflacionario posterior a la pandemia, el banco central mexicano aplicó una política restrictiva, elevando su tasa de referencia para contener las presiones derivadas tanto de la demanda interna como de los choques externos. A diferencia de economías desarrolladas, los países emergentes suelen ser más sensibles a los movimientos del dólar y a las tasas internacionales, lo que limita su margen de maniobra.

De manera similar, otros bancos centrales de América Latina y Asia han seguido estrategias prudentes, combinando aumentos de tasas con intervenciones en los mercados cambiarios para reducir la volatilidad y evitar depreciaciones abruptas de sus monedas.

Conclusión

La era postpandémica ha marcado una nueva etapa para los bancos centrales. Ya no basta con alzar tasas y esperar que el ciclo clásico funcione de modo mecánico. Los desafíos estructurales, choques de oferta, deuda elevada, interdependencia global, expectativas, han reducido el margen y la velocidad de respuesta.

Sin embargo, afirmar que han perdido el control es exagerado. Lo que observamos es una reducción del control absoluto: los bancos centrales deben operar con cautela, calibración constante y, a veces, asumir que la política monetaria sola no basta. El éxito en los próximos meses dependerá de la habilidad para adaptarse, de conservar credibilidad y de coordinarse con políticas fiscales, estructurales y de estabilidad financiera.

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